Título: La luz prodigiosa
Autor: Fernando Marías
Publica: Turpial
Páginas: 160
Precio: 18 €
Hace algunos años era frecuente ver,
sobre todo en Canal Sur, noticias relacionadas con la fosa común en la que se
suponían estaban enterrados los restos de Federico García Lorca. Los familiares
de los otros fusilados pedían que se abriera la fosa, mientras que la familia
del poeta se negaba en redondo a sacar a Lorca de su enterramiento original.
Finalmente, la fosa se abrió y no se encontró nada que tuviera que ver con
Federico. ¿Será que fue sepultado en otro lugar? O mejor, ¿y si nunca murió
allí? Me quedo con esta segunda hipótesis, que tan bien se desarrolla La luz prodigiosa, la novela de Fernando
Marías que ganara el Premio Novela Corta Ciudad de Barbastro en 1991 y que la
editorial Turpial reedita ahora en su veinticinco aniversario.
Granada, finales de los
años ochenta del siglo XX. Un periodista acude a la ciudad para cubrir los actos
por el cincuentenario del fusilamiento de Federico García Lorca. El trabajo
realizado no le satisface. Con cierta desazón, decide pasar la noche en la zona
de bares de copas, a la espera de coger su tren de vuelta a Madrid. En uno de estos
bares conoce a un anciano. Este comienza a contarle su pasado. Un pasado que,
según afirma el viejo, está muy relacionado con Lorca. La historia que le narra
a su interlocutor a lo largo de aquella noche resulta fascinante. Y no solo
eso: los datos que aporta el anciano son tan precisos, que no parece que sea
falsa. ¿Será cierto entonces que Lorca no murió durante la Guerra Civil, tal y
como siempre hemos creído?
Esta es la historia de
un periodista (narrador y personaje en la novela) que va a cubrir unos actos
que se le hacen anodinos y acaba encontrando una noticia que, de saberse,
podría cambiar la Historia de nuestro país. Es también la historia de un
hombre, el anciano que le cuenta su vida al periodista (el protagonista y
narrador de esta obra), que no supo aprovechar las oportunidades que le brindó
la vida. Finalmente, esta es, además, la historia de un poeta (personaje
secundario de la trama, prácticamente un espectro) al que todos creíamos muerto
de forma trágica y que la vida podría haberle dado una segunda oportunidad.
Han pasado veinticinco
años desde la primera publicación de La
luz prodigiosa, un libro que sin duda dio suerte a su escritor, Fernando
Marías. Como bien nos cuenta el autor en el epílogo de esta edición, la idea de
escribir esta novela le surgió al encontrar en Madrid un mendigo que se parecía
terriblemente a uno de sus tíos, muerto en la Guerra Civil. Después de un
tiempo, a Marías se le ocurrió cruzar el tema de la falsa muerte de alguien en
la Guerra Civil con la figura de Lorca. El Lorca que no moriría fusilado,
aunque sí fuera herido de gravedad hasta el punto de no reconocerse a sí mismo,
sería la pieza fundamental de La luz
prodigiosa.
La
luz prodigiosa fue finalmente una novela, una película
y un falso documental (que yo en su día me creí a pies juntillas, todo hay que
decirlo) que se emitió en la televisión pública hace años. Los tres formatos
exponen el tema de la no muerte de Lorca de formas distintas, y los tres me
resultan fascinantes. Pero volviendo al libro, he de decir que no solo
sorprende por la forma con la que Marías expone el tema aquí, de forma tan
detallada de la mano del anciano que echó a perder su vida y mientras lo hacía,
se encontraba una y otra vez con el fantasma del herido de guerra; sino también
por su forma de condensar tantos datos, tantos sentimientos y tanta pasión en
una novela tan corta. Esta es una obra que se lee del tirón, con fascinación,
admiración y cierto respeto (no he de deciros lo que significa Lorca para todos
los que somos de Granada). Una obra que nos abre una pequeña puerta a la
esperanza con esa premisa primera: ¿qué sería de Lorca, y de nosotros, si no
hubiera muerto tal y como nos lo han contado?
Pero, ¿qué es la luz
prodigiosa en sí? Lo descubriréis al final del libro, si es que os decidís a
leerlo (como yo espero). Solo os diré que gracias a ella las cosas empezaron a
irle bastante mejor a su autor, Fernando Marías. Ojalá que esta nueva edición
de su primera obra, de esta magnífica novela corta de nombre tan evocador, solo
le traiga más alegrías.
Cristina Monteoliva