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viernes, 11 de marzo de 2016

Entrevista: JAVIER PALENCIA

Queridos lectores,

Como veis, os traigo una nueva entrevista al blog, en esta ocasión al escritor Javier Palencia, al que pronto todos conoceréis gracias a su sorprendente libro de relatos, La higiene íntima. Javier, además de escritor, es licenciado en medicina. De la conjunción de ambas profesiones, como intuiréis, pueden salir historias muy interesantes. También de su imaginación desbordante. En fin, os dejo con sus interesantes palabras acerca de su libro y mucho más:

¿Cuándo comenzaste a escribir?
Cuando era niño escribí una obra de un folio de extensión llamada “La hormiga pirata”, porque me acababa de leer “El pirata garrapata” de la colección El barco de vapor. Tendría seis o siete años. Me acuerdo de aquello porque he mantenido la inclinación a sentarme a escribir intentando emular alguna lectura reciente que me haya entusiasmado. Empezar a escribir con más consciencia, hacia los veintisiete años.

¿Qué autores o libros crees que te han influenciado como escritor?
Un libro que no me resulta de gran calidad literaria y que, sin embargo, me influenció de manera absoluta cuando era más joven y más estúpido es Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta de Robert Pirsig. Cuando empecé a escribir fuerte, leía sobre todo Kerouac y Ray Loriga. Al tiempo me olvidé de las poses literarias y empecé a leer con mayor criterio. Mirando ahora mi biblioteca, citaría a Coetzee (para mí, el mejor escritor vivo), Houellebecq (por los temas que toca, sobre todo), McEwan, Carrere, Henry Miller, Celine… Y españoles, citaría a Manuel Vilas, Ismael Grasa, Alberto Olmos y Fernando San Basilio.

Además de escritor eres médico, o viceversa. ¿Cómo compatibilizas ambas profesiones? ¿Te cuesta encontrar tiempo para escribir?
Siempre he intentado relacionarme con la medicina de manera tangencial. Cuando explico que no me gusta la medicina clínica me suelen preguntar si no me gusta tratar con los pacientes. A mí los pacientes me encantan, lo que no me gusta son los hospitales, y tampoco me gustan el gremio sanitario en general, por alguna manía mía que no sé bien de dónde viene. Por si fuera poco, aborrezco el lenguaje técnico de cualquier disciplina y prefiero decir dolor de cabeza que cefalea. Contestando a tu pregunta, compatibilizo fatal, aunque más que faltarme tiempo lo que me suele faltar es disposición de espíritu.

©Javier Palencia.

Por cierto, ¿dejarías el ejercicio de la medicina por el de las letras?
No. No sólo porque veo muy improbable que alguien como yo viva de las letras, también porque he comprobado que no se me da bien escribir si lo considero un trabajo, o si intento introducir cualquier tipo de disciplina.

Has publicado tanto relato como poesía. ¿Te atreverás también con la novela?
Me encantaría, de hecho es el género que siempre quise escribir. He empezado varias novelas y las dos o tres que he terminado (todas novelas cortas) son, a mi parecer, infames.

¿Qué ocurrió primero: los relatos que componen La higiene íntima o la idea de escribir un libro de relatos temáticos?
Lo primero que ocurrió es que una de mis novelas cortas le gustó a un amigo (Raúl Sánchez, también escritor) y me preguntó si podía enviarla a Ediciones Paralelo, donde él acababa de publicar “Nosebundo inducido por substancias”. Le dije que sí, aunque hacía años que había escrito aquella novelita y con el paso del tiempo no me sentía muy orgulloso de cómo había quedado. Unos meses después me contactó Munir, el editor, y me dijo que estaba interesado en publicarla. Le di un par de vueltas al texto y al final propuse convertir la novela corta en un cuento largo. Luego sumé otros cuentos que había escrito a lo largo de los últimos cinco años y planteé sacar un libro de cuentos. En la editorial les gustaron y nació La higiene íntima. Por cierto, el cuento que quedó de aquella novelita corta es el último del libro, El factor bantú.

¿Qué tienen de ti los personajes que habitan La higiene íntima?
Yo soy todos. Mejor dicho, todos son yo. Todos tienen alguno de mis miedos, de mis dudas o de mi preocupación acerca de las dificultades de comunicación entre las personas.

¿Cuál dirías que es el relato de este libro que más te ha costado escribir y por qué?
Regalo de aniversario, porque no sabía cómo acabarlo y también porque afronté su escritura de un modo más metódico que la del resto. Yo con los métodos fatal. Recuerdo que fui enviando distintos finales a amigos que me quieren y me leen y cada uno me decía una cosa, no había forma. Al final, creo que el final del cuento es el que tenía que ser.

©Javier Palencia.

¿Está alguno de estos relatos basado en algún hecho real?
Espero que todos. Mantengo la fantasía de que alguien desconocido busque la manera de contactar conmigo para decirme “Joder, Javi, a mí me ha pasado exactamente lo mismo que fulanito”. Mientras tanto, casi todos tienen como punto de partida un evento, un sentimiento o una sensación más o menos real. Por ejemplo, la capa japonesa de Regalo de aniversario existe, aunque nunca salió de la boutique de Omotesando. Y el señor N., protagonista de Fairbanks, es el hijo de Sylvia Plath. También estuve pasando algún tiempo con los pigmeos del sur de Camerún, pero no me acosté con ninguna mujer pigmea.

¿Sigue siendo el sexo un tabú en la sociedad actual?
En mi opinión sí, aunque no soy quién para diagnosticar la sociedad actual. Hablamos de sexo a todas horas y a nadie le asusta ya recibir una foto de un pollón de cuatro palmos por el whatsapp, pero siguen existiendo dificultades para detectar y descubrir las propias fantasías, o de ponerlas en funcionamiento.

Algunos de tus relatos hablan de lo difíciles que son las relaciones entre artistas y personas que no lo son. ¿Crees que es algo que se da en el mundo real?
Creo que sí. En el caso de Mi perro Billy hablo más del mundo del artisteo que de los artistas. En Como amigos, por ejemplo, la artista es ella, aunque parece que es él el único preocupado por descubrir un significado a lo que ella hace. En Fairbanks, la madre es artista y acaba con su vida de forma horrible, dejando a su hijo, que no es artista, fastidiado hasta los restos. Luego está Nora Travers, la artista de Coños, y la mujer del relato La mujer en la ventana, que hace una especie de street art o window art al exhibirse desnuda en la ventana de su habitación de hotel. Tercer hermano, el acuarelista de El factor bantú, no se relaciona de forma mínimamente normal con el mundo ni con sus congéneres precisamente porque es artista, una especie de “artista puro”. Por cierto, me acabo de dar cuenta de que en la mayoría de los cuentos la artista es ella.

©Javier Palencia.

¿Qué esperas que encuentren los lectores en La higiene íntima?
Cobijo. Humor. Una puesta en escena de algo que ellos hayan sentido alguna vez. Y amor, también me gustaría que encontrasen amor.

Por último, ¿qué nuevos proyectos tienes en marcha?
Me acojo a sagrado en la siguiente aseveración: da mala suerte hablar de los proyectos que aún están en marcha. Y, siendo un poco más honesto, he de decir que no tengo ninguno, aunque en mi cabeza suenan algunas campanillas con relativa frecuencia. Me interesa mucho la historia de Aurora Rodríguez Carballeira, que mató a su hija Hildegart porque no había cumplido el proyecto eugenésico que había diseñado para ella. Fue un crimen real que sucedió en Madrid a principios de siglo. Todos los flecos de esa historia me resultan de un poder literario brutal. El primo de Hildegart, por ejemplo, era un niño prodigio del piano, lo llamaban “El Mozart español” y tocó en la corte de varios reyes de Europa.

Pues si emprendes un proyecto relacionado con Hildegart y su triste suerte, ¡no dudes en avisarme! A mí también me interesa todo ese asunto, ¡y yo también creo que da para mucho en literatura!
Muchas gracias, Javier, por tu tiempo, tus respuestas y tus fotos personales. Espero que muchos lectores rompan sus tabús (o no) y se atrevan a acercarse a La higiene íntima.
Y a vosotros, lectores, gracias por estar ahí una vez más. Y ya sabéis: si queréis estar al tanto de todo lo de este blog, ¡haceos seguidores de blogger o de la página de Facebook!

Cristina Monteoliva