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sábado, 23 de enero de 2016

Reseña: LA ISLA DEL PADRE, de Fernando Marías.

Título: La isla del padre
Autor: Fernando Marías
Publica: Seix Barral
Páginas: 278
Precio: 19 € / 7,95 € (bolsillo) / 7,95 € (epub)

La muerte de un ser querido supone un duro golpe para todo su entorno. La forma de afrontar esta situación es distinta de una persona a otra, también del grado de cercanía que tenía la persona que se queda con la que se ha ido. Una manera de hacerlo puede ser la creación de un libro en homenaje al fallecido. Un buen ejemplo de ello es la obra ganadora del Premio Biblioteca Breve 2015: La isla del padre, de Fernando Marías. Si queréis saber un poco más sobre este libro, seguid leyendo esta reseña.
Su padre ha muerto tras un largo periodo de enfermedad y su madre ya no va a vivir sola en una casa que hasta entonces ha pasado de generación en generación. Antes de que la vivienda pase a manos de unos nuevos propietarios, Fernando Marías decide pasar un tiempo en ella escribiendo su libro más íntimo.
Esta no es una obra cualquiera. Para empezar, en ella Fernando Marías nos hace vivir a su lado la muerte de su padre, la angustia de la aquellos días, los detalles que se le quedaron grabados, la forma de afrontar el suceso que tuvieron sus familiares. Todo lo que se revolvió dentro de él: lo que le llevó a escribir este libro, en definitiva.
Leonardo Marías, marino mercante de profesión, tuvo tres descendientes. Ya que su trabajo le obligaba a pasar largas temporadas en alta mar, su hijo mayor, Fernando, no conoció a su padre hasta que tuvo la capacidad de hablar. El niño tomó por un extraño a su padre cuando este por fin llegó a casa un buen día. Ese sería el comienzo del “miedo mutuo”, una suerte de distancia entre padre e hijo que solo con tiempo, paciencia y grandes dosis de cariño conseguirían ambos acortar.
El hijo hace balance de la vida del padre, tanto de lo que fue vio durante su infancia y su adolescencia como de lo que le han contado de su vida anterior al nacimiento de sus hijos. Dentro de esta biografía paternal queda espacio también para la ficción. Y es que lo que el hijo no sabe, lo imagina, lo fantasea, lo ficciona. Así surgen islas, héroes, aventuras que tal vez no existieron pero que al hijo le gusta creer que lo hicieron, tanto por el bien de su padre como del suyo propio.
Por otra parte, tenemos la parte de vida compartida entre padre e hijo: los paseos por el monte Pagasarri, la mutua afición por el cine, todas aquellas conversaciones que marcaron al hijo y que este espera que también significaran algo para el padre… Nuevamente, encontramos aquí espacio para la ficción. Esta nos llega en forma de charlas imaginarias entre padre y hijo cuando el primero ya no está. Conversaciones que no tuvieron lugar pero que, sin duda, quedaron pendientes.
La muerte de un ser querido nos hace pensar en la vida de estos, en lo que vivimos con ellos; y también en nuestra propia vida. El autor de este libro, en un ejercicio de sinceridad extrema y de catarsis, desnuda su alma para contarnos los momentos que le marcaron en su infancia, los anhelos de una época, sus días más oscuros, lo que se quedó en el camino y lo que le salvó al final de aquel túnel negro en el que se encontraba. ¿Hubiera sido todo distinto si su padre no fuera un marino mercante que pasaba mucho tiempo lejos de casa, o si la educación de la época fuera otra? Nunca lo sabremos. Lo que sí podemos deducir tras la lectura es que lo pasado, pasado está. Que las cosas pasan a veces por un motivo, otras veces porque sí. Lo importante es buscar la manera de superar lo malo y mirar al futuro con cierta esperanza. Y si hace falta contarlo todo en un libro, si es así cómo se espanta a los demonios, ¿por qué no hacerlo?
La isla del padre, en definitiva, es un libro de memorias, o de lo que hoy parece denominarse “autoficción”, que profundiza en la vida de un padre para llegar a entender al hijo. Un libro de prosa apasionada, de estilo directo, de emoción desmedida que llega fácilmente al corazón del lector. Una lectura diferente y, sin lugar a dudas, enriquecedora. ¿Te atreves a embarcarte en busca de esta isla?
Cristina Monteoliva