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domingo, 11 de octubre de 2015

Reseña de CASAS ENCANTADAS, ENIGMAS Y LUGARES DE PODER EN GRANADA, de Rafael Casares

Título: Casas encantadas, enigmas y lugares de poder en Granada
Autor: Rafael Casares
Edita: Almuzara
Páginas: 329
Precio: 19,95 €

Siempre he pensado que Granada, tanto la capital como la provincia, es un lugar mágico. Puede que porque sea mágica tantas civilizaciones han pasado a lo largo de los siglos por esta tierra. También puede que por este motivo los seres de otras dimensiones, los que denominamos genéricamente fantasmas, campen a sus anchas en multitud de edificaciones y lugares granadinos. Muchas más casas, edificios y lugares de los que hubiera podido yo imaginar en un principio, pienso tras la lectura del libro de Rafael Casares: Casas encantadas, enigmas y lugares de poder en Granada.
Casas encantadas, enigmas y lugares de poder en Granada es una guía que hará las delicias de todos los amantes, de mente muy abierta, de las apariciones, los poltergeist y todos los fenómenos que en nuestro mundo no tienen explicación. Su autor, Rafael Casares, ha puesto un especial empeño en recopilar en este libro todos los sucesos recogidos tanto en casas y otras construcciones de Granada como los más importantes acontecidos en distintos puntos de la provincia.
El libro, que puede leerse entero o conservarse como guía de consulta para que el lector acuda a él cada vez que tenga una duda, se compone de varias partes. Tras una introducción escrita por Joaquín Abenza y un prólogo de mano de Rafael Casares, nos encontramos con la primera parte, dedicada por completo a la ciudad de Granada. Gracias a este capítulo, tendremos conocimientos bien detallados de los extraños sucesos que se han dado en el pasado o se siguen dando en sitios como el Carmen de la Victoria, la Casa del Chapiz, el Carmen de San Cristóbal, las Casas de Cuesta de Gomérez, la Fuente de la Bicha, la Calle de los Ahorcados, el Hospital Real y el Hospital de San Juan de Dios, entre otros muchos.
La segunda parte está dedicada a la provincia, no menos misteriosa que la capital. En este capítulo Rafael Casares nos habla de sucesos acontecidos en lugares de Motril, Las Alpujarras, el Valle de Lecrín, el área metropolitana de la capital y la denominada Zona Norte.
Tanto en la primera como en la segunda parte, el autor nos narra historias sobre apariciones de genios, ancianas, príncipes, santos e incluso de la propia Virgen. Así mismo, a lo largo de estas páginas conoceréis sucesos relacionados con experiencias extracorpóreas, extrañas procesiones, telekinesis, puertas que se abren o cierran misteriosamente, dopelgangers, porltergeist, etc. Las historias han sido obtenidas por la narración directa de los propios afectados o por testigos indirectos, cuando los afectados ya han fallecido o no son fáciles de reconocer. Tras contarnos todo esto en, como digo, en la primera y la segunda parte, llegamos a una tercera dedicada a las conclusiones personales que el investigador saca de las misteriosa historias.
Tan importantes como las narraciones y las conclusiones del investigador pueden ser, para el lector que desee meterse de lleno en este mundo misterioso, las explicaciones del mundo paranormal que encontramos en el apéndice final. Este apartado final pretende dar una explicación general y total no solo a los fenómenos que se cuentan en este libro, sino a todos los que puedan estar relacionados con las casas encantadas y los lugares de poder. Este capítulo, que quizá debería aparecer al principio del libro y no al final, nos introduce en términos como el de persona foco, el de lugar de poder o el de geobiología, entre otros muchos.
Casas encantadas, enigmas y lugares de poder en Granada, en definitiva, es un libro muy completo, en cuanto a la cantidad de lugares encantados catalogados por el autor y el número de historias, algunas muy largas y prolongadas en el tiempo, del que se hace eco el volumen. Un libro especialmente indicado para los amantes de Granada que también lo sean, en especial, de lo paranormal. Si te interesa el tema, no dejes de echarle un vistazo.
Cristina Monteoliva