Título: Hielo
Autor: David Aliaga
Edita: Paralelo Sur Ediciones
Páginas: 114
Precio: 10 €
Hay familias en las que todos los
problemas se hablan abiertamente. En otras, los miembros prefieren hablar de
unos temas y de otros no. Y luego están aquellas familias en las que lo grave siempre
se esconde debajo de la alfombra y cada uno gestiona sus sentimientos como
buenamente puede. Lo que pasa es que a veces el problema, el suceso, etc, es
tan sumamente grave o traumático que las cosas no vuelven a ser lo que eran.
Ese es el punto de partida de Hielo,
la novela de David Aliaga de la que hoy os voy a hablar.
Un hombre llega a un
pueblo del norte de Islandia para trabajar cuidando un anciano en casa de su
hija. Una mujer y su hijo manejan como pueden la ausencia de un marido, un
padre, un hijo y hermano en Reykiavik. También en la capital del país, un
enfermero es requerido por la justicia para testificar por algo acontecido en
el hospital en el que trabaja. Hay algo que une a todos estos personajes. Ese
mismo algo, los separa. Mientras se desarrolla su historia, el hielo islandés
amenaza con helar sus corazones para siempre.
Hay sucesos tan graves
que, por mucho que pase el tiempo, no se superan del todo. Pasar página es aún
más difícil cuando intentas huir de ese pasado traumático, pues por más que lo
intentas, siempre te acaba encontrando. Este sería el caso del primer actor de Hielo, la novela breve (prácticamente un
cuento largo) de David Aliaga.
El hombre huye, es lo
que nos dice en la primera página el narrador. Quiere olvidar lo que pasó.
Quiere dejarlo todo atrás, crear una nueva existencia. Por un tiempo, quizá,
tal vez lo logre. Sin embargo, no es tan fácil deshacerse de los recuerdos, de
la culpa, del amor que se deja atrás.
Por otra parte tenemos
a la madre y al hijo que viven solos en su piso de la capital de Islandia. Ella
vive como si el marido y el otro hijo estuvieran presentes. Aunque también, a
veces, intenta seguir adelante, buscando un futuro con otro hombre. Lo que
desde luego no hace es hablar con su hijo mayor, un adolescente atormentado que
toca heavy metal. La relación entre ambos es, sin duda, curiosa e interesante.
Por último tenemos al
enfermero. Su papel en la obra es el de mostrarnos que a veces los valores
éticos personales y los impuestos por la sociedad pueden ser muy diferentes.
Que la profesionalidad no debería estar reñida con el trato compasivo, el trato
humano.
Hielo
es
una novela corta que se hace más corta aún. Tras la lectura, sientes ganas de
saber más sobre los personajes, de meter el dedo aún más adentro de la yaga y
llegar a las profundidades de su culpa, su dolor, su soledad, su
arrepentimiento. Su humanidad.
La nieve, el hielo de
Islandia, funciona en este libro no solo como estupendo marco de fondo, sino
como metáfora de los sentimientos, de las relaciones, de la soledad. De las
preguntas sin contestar. La frialdad es algo que los actores de esta obra se
autoimponen o imponen a los demás. Algo que creen que les protege del pasado,
de la culpa. De ellos mismos, al fin y al cabo.
Hielo
nos viene a recordar, en definitiva, aquello de la teoría del iceberg: que lo
que se ve en la superficie, en este caso de los personajes, es solo la mínima
parte de lo que son, de lo que fueron, de lo que sienten, de lo que les
atormenta. Si quieres conocer el resto del bloque, el que se esconde bajo la
superficie, tendrás que hacerte con un ejemplar de esta obra de novela
contemporánea. Aunque, cuidado: tras la lectura tú mismo te harás preguntas, te
cuestionarás tus valores éticos, querrás saber qué harías en su lugar.
Hielo:
una lectura diferente en los tiempos que corren, sin duda. ¿Te atreves a
comprobarlo?
Cristina Monteoliva