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jueves, 29 de enero de 2015

Reseña de GARABATO Y TINTA, de Ethan Long

Título: Garabato y Tinta
Autor: Ethan Long
Edita: Lata de Sal
Páginas: 40
Precio: 16,90 €

¿Cómo hacer que los lectores primerizos además de interesarse por las letras lo hagan también por el arte pictórico? ¿Es posible conseguirlo con un método ameno y divertido? ¡Claro que sí! Prueba de ello es Garabato y Tinta, el libro ilustrado de Ethan Long publicado por Lata de Sal del que a continuación os voy a hablar.
Garabato es un gato que dibuja a lápiz y Tinta, un ratón que pinta con pincel. Ni a Garabato le gusta lo que hace Tinta ni a Tinta lo que hace Garabato. Esto hace que los dos estén siempre peleándose. Pero, ¿es que alguna de las dos técnicas es mejor que la otra? ¿Y si los dos llegaran a un entendimiento? ¿No sería divertido ver el resultado?
Garabato y Tinta son un gato y un ratón, respectivamente, y se llevan como tal. Lo bueno es que después de mucho pelearse (de una forma muy divertida y creativa, por cierto), los dos personajes llegan a un entendimiento, lo que nos hace darnos cuenta de que encontrar un consenso es siempre mucho más productivo que estar siempre discutiendo.
Garabato y Tinta son unos artistas, cada uno en su estilo. Para llegar hasta donde están en estos momentos, han tenido que hacer lo que todos los grandes artistas: aprender mucho de todos los grandes pintores que vinieron antes. Antes de tener su propia personalidad artística, Garabato y Tinta los imitaron. Para saber quiénes son esos pintores famosos que copian en el libro, tendremos que tener un poco de paciencia y esperar a las últimas páginas, lugar en el que se nos detalla la vida de cada uno de ellos y se invita a los pequeños lectores a desarrollar al máximo la creatividad que llevan dentro.
Garabato y Tinta, en definitiva, es un libro didáctico lleno de color y creatividad que invita a los primeros lectores a adentrarse de una forma muy apropiada para su edad en el mundo del arte pictórico, además del de las letras. Una deliciosa obra que todos los niños deberían conocer.
Cristina Monteoliva