miércoles, 27 de septiembre de 2017

Hablemos del PROCESO DE CORRECCIÓN (II)


Hace casi un mes, escribí un artículo titulado Hablemos del proceso de corrección. Acababa de poner punto final al borrador de mi nueva novela y estaba en la primera fase del proceso de corrección. En ese momento, me pareció buena idea hablaros someramente de lo que son las correcciones. Ahora que estoy muy metida en el proceso, y tal vez un poco desquiciada, quisiera hablaros de otros aspectos del mismo, tan laboriosos como necesarios a la hora de dar de verdad por terminada una obra literaria.
Mi obra tiene alrededor de cien páginas, tal y como está distribuida actualmente. Pues bien: en estos casi treinta días, no he conseguido salir de las veinticinco primeras. Cada vez que creo que voy a conseguir avanzar hacia otro tramo de la historia, me doy cuenta de que puedo mejorar algo y vuelvo hacia atrás. Y es que si bien en la primera lectura global todo puede parecer bastante simple, no es hasta que te metes de lleno en las correcciones cuando te das cuenta de tus verdaderos fallos, de todo lo que puedes mejorar. En esta fase, tenemos que tener en cuenta:
-Toda buena historia ha de tener un buen comienzo. Porque la primera impresión sí que importa. Esfuérzate en ese primer párrafo, en esa primera página, en ese primer capítulo. Piensa que son la carta de presentación para el editor al que luego mandarás tu obra y, más tarde, para tus lectores. Poca gente tiene la paciencia de seguir leyendo tras un mal comienzo, por si acaso luego la cosa mejora. Así que dedícale a esto todo el tiempo que haga falta.
-El estilo ha de ser siempre el mismo para un mismo narrador y un mismo personaje, a no ser que haya algo que indique lo contrario. Esto último no es imposible, aunque sí lo veo difícil. Tal vez en otro artículo podríamos hablar de ello, pero ahora mejor que sigamos avanzando.


-El rococó ha muerto: ahora menos es más. Las buenas historias no necesitan adornos innecesarios, diálogos que no van a ninguna parte, ni ningún otro tipo de paja que desvíe al lector de lo que de verdad importa. No te encariñes demasiado con esa frase que tan bien te ha quedado. Si está de más en el texto, tendrás que borrarla y seguir adelante.
-No dejes flecos. Las pistas falsas pueden hacer que tus lectores pienses que eres un farsante. Si planteas algo en tu historia y más adelante no se resuelve, elimínalo de la trama.
-Por mucho que tengas que reescribir, por mucho que tengas que exprimir tus cansadas neuronas, no pierdas nunca de vista los objetivos que buscas con tu obra. Ten siempre claro cuál es el argumento de tu obra, qué temas toca, quiénes son tus personajes, sus motivaciones y hacia dónde ha de ir la historia.
-Tómate todos los descansos que necesites. A menudo vas a sentirte como si se te recalentara el cerebro y no pudieras más. Lo mejor en esos momentos, a no ser que tengas una fecha de entrega o un editor presionándote, es que te alejes del texto uno o dos días. Cuando vuelvas a él, seguro que lo ves todo más claro y puedes seguir adelante con la corrección.
Eso es todo por ahora. No sé si mis consejos os servirán de algo, pero yo tenía que desahogarme, que esto de corregir es muy pesado y no paro de contarme cosas a mí misma entretanto.
Y ahora, ¡a corregir!



Cristina Monteoliva