viernes, 25 de abril de 2014

Reseña: MI ABUELA RUSA Y SU ASPIRADORA AMERICANA, de Meir Shalev

Título: Mi abuela rusa y su aspiradora americana
Autor: Meir Shalev
Traducción: Silvia Villalobos Beltrán
Editorial: Ático de los Libros
Págs: 240
Precio: 19,50 €

La mayoría de las abuelas que conozco se merecen un buen libro. Uno que hable de aquella alegre juventud perdida, de esa vida de sacrificio, de este ocaso en el que todo queda ya tan lejano. Una obra con capítulos repletos de tropiezos, aciertos, soledades, anhelos y satisfacciones. Un volumen con párrafos y párrafos que hablen del amor dado y del amor recibido. Eso es lo que siento después de leer Mi abuela rusa y su aspiradora americana, la novela biográfica de Meir Shalev de la que hoy os hablo.
Tonia era prácticamente una niña cuando dejó su Ucrania natal para casarse con su cuñado Aharon, una vez fallecida su hermana, en la lejana tierra de Israel. A pesar de sus ganas de formar una familia, convertirse en una colona no le resultó nada fácil, menos aún en un pueblo como Nahalal, tan lleno de polvo y otros elementos que pudieran llegar a ensuciar su adorada casa. Porque si a algo le temía Tonia era a la suciedad. Tanto, que una vez su cuñado, el “desertor” que se fue a América, decidió comprarle una aspiradora, un electrodoméstico que pronto se convirtió en la cosa más mágica que llegó a tener la humilde familia del autor de este libro, Meir Shalev.
Reconozco que al principio quise leer Mi abuela rusa y su aspiradora americana simplemente por su extravagante título. Tras ojear muy por encima la sinopsis, además, me hice a la idea de que era una novela muy divertida, lo que hizo crecer mi interés. Más tarde, sin embargo, cuando empecé la lectura y me di cuenta de que era una obra biográfica, y puesto que los ensayos no suelen captar mucho mi atención, me desinflé un poco. Aunque pronto, tras un par de páginas, descubrí con asombro que no se trataba de una biografía al uso, sino de una especie de novela biográfica disruptiva, amena, divertida, tan atractiva como su título. Y más tarde… Bueno, más tarde me enamoré por completo de la abuela Tonia, de sus manías y de todo lo que la rodeaba.
En realidad ésta no es sólo la historia de cómo la abuela Tonia se topó con algo tan marciano para ella como una aspiradora. Centrarse en esa anécdota en concreto habría dado a su autor para un relato, tal vez uno largo, pero no para una novela tan singular como esta. Una novela tan compleja, a la vez que sencilla y cercana. Una obra disparatada, a la vez que sensata. Un libro serio, a la vez que cómico. Definitivamente entrañable y difícil de olvidar.
Entonces, ¿de qué va Mi abuela rusa y su aspiradora americana? Sencillamente de una familia bastante extensa, con sus distintas generaciones; una saga que comienza con unos abuelos provenientes de Ucrania y que acaba con los revoltosos sobrinos del autor, al comienzo del libro (paradójicamente); una familia auténtica, con sus propias  y desternillantes anécdotas, su rico lenguaje inventado, su fabulosa mitología; una familia que podría ser, en ciertos aspectos, la de cualquiera, por lo que tienen en común todas las familias unidas, pero que no lo es, pues es solo la del escritor Meir Shalev.
Sin duda, esta historia no tendría la misma verosimilitud si el narrador no fuera el propio escritor desde las distintas facetas de su vida, y si este narrador no se hubiera encargado de recopilar las distintas visiones (distorsionadas y para nada aburridas) que de un mismo hecho tenían varios familiares. Los lectores somos así partícipes del juego, de la fábula, del mito, llegando a dudar en muchos momentos si alguna vez existí la dichosa aspiradora o si todo fue una pesadilla de la abuela Tonia.
Esta es la primera vez que me topo con algo de Meir Shalev  y espero que no sea la última. La verdad es que no estoy nada familiarizada con la literatura israelí, pero si hay más escritores que lo hagan tan bien como este, ¡bienvenidos sean todos a mi biblioteca! Sí, lo digo con entusiasmo. Y no es para menos, pues pocas veces son las que me encuentro con narradores con tanta fuerza, voces capaces de hipnotizarte desde la primera frase aunque estén hablando de la cosa más nimia. Escritores que nos recuerdan que a veces algunos escribimos de cosas muy lejanas cuando la verdadera historia está tan cerca de nosotros. Tan cerca como una abuela.
Cristina Monteoliva